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4/11/13

español


OBJETIVOS

Entender y reflexionar sobre la expresión escrita.

LECTURA RECOMENDADA
Naturaleza de la expresión escrita

“The use of language primarily and predominantly involves making noises with our
speech organs and interpreting other people’s speech noises through our ears. It is not
a necessary condition of a language’s existence that it should have a written form or
indeed any form other than talk. (R. Quirk, 1962: 38)


“El uso del lenguaje implica en primer lugar y sobre todo hacer ruidos con nuestros
órganos articulatorios, así como interpretar a través de nuestros oídos los que hacen
otras personas. No es condición indispensable para que exista una lengua que ésta
tenga una forma escrita o cualquiera otra que no sea la hablada.”
Si bien la lengua escrita ha gozado siempre de un mayor prestigio que la lengua
hablada por razones que ha hemos apuntado (Lección 10.1), la escritura, como
destreza productiva no ha sido objeto de atención preferente en la enseñanza de
lengua modernas hasta hace muy poco. No es difícil averiguar las causas. En primer
lugar, porque es una destreza que, dentro de la limitación del horario de clase dedicado
al aprendizaje de una L2, puede ocupar mucho tiempo si pensamos que su enseñanza
conlleva la corrección individual del trabajo que desarrollan los alumnos. A esto habría
que añadir el rechazo que muchos de ellos experimentan ante todo lo que no sean
actividades orales, posiblemente en la creencia de que el aspecto escrito es irrelevante
o secundario.
Es cierto también que, desde el punto de vista de la interacción, la producción oral
ofrece más ventajas que la escrita ya que el feedback del profesor o de los
otros alumnos es inmediato, contribuyendo así a potenciar el aprendizaje.
Por otra parte, la expresión escrita no es una forma espontánea de comunicación, por lo
cual suele resultar más difícil que la expresión oral ya que
requiere una mayor precisión en el uso de la lengua. Escribir correctamente supone
conocer las convenciones del código escrito, los “buenos modales” del
medio, como apuntan Rivers & Temperley (1978: 264) quienes añaden que “para ser
eficaz la escritura necesita de la precisión y matices que se derivan de un conocimiento
cabal de las opciones sintácticas y léxicas que ofrece la lengua; para que sea
interesante, la estructura sintáctica debe ser variada de
suerte que garantice el efecto retórico”.
A pesar de lo dicho, cada vez se le concede más importancia a la expresión escrita, no
sólo por ser el medio que nos conecta con el mundo exterior en el que para
comunicarse no se necesita la presencia de un interlocutor, sino también porque, como
aventura M. Sharwood Smith (1976: 18), “sólo escribiendo podremos mejorar nuestro
nivel de conocimientos de la lengua hablada”. Lo cual, hasta cierto punto, parece
plausible, pues al no contar con recursos extra (la voz, rasgos suprasegmentales,
gestos, oyentes, etc.) el grado de concentración en la forma adecuada de expresión es
mayor. No hay que olvidar, por otra parte, la máxima latina “Verba volant, scripta
manent”
Una visión simplista de lo que entraña esta destreza sería pensar que la lengua
escrita es un reflejo, una representación de la lengua hablada, de la que sólo se
diferencia en que en vez de signos orales aquí se utilizan letras y signos de puntuación.
Lo cierto es, sin embargo, que las microdestrezas o subdestrezas que caracterizan la
escritura son de un orden totalmente distinto, como luego veremos. Precisamente, por
no ser una forma espontánea de comunicación, el texto escrito es con frecuencia el
resultado de un proceso complejo en el que se reflexiona, se planifica el mensaje, se
redacta en borrador, se revisa, etc., todo lo cual supone un esfuerzo de atención que
puede desanimar al estudiante, el cual prefiere por lo general emplear el tiempo en
practicar otros aspectos de la lengua.
Escribir es, por otra parte, una actividad frecuente en la vida diaria (rellenar impresos,
dar instrucciones por escrito, enviar cartas, faxes, e-mails, etc.), lo que justifica la
necesidad de dedicarle el espacio que le corresponde en la enseñanza de una L2.
Como siempre sucede cuando se habla de enseñanza de destrezas, la finalidad que se
persigue es la que en última instancia importa. En el caso de la
expresión escrita, el objetivo que se pretende alcanzar puede ser bien la práctica y
consolidación de diversos aspectos de la lengua escrita (skill-getting) o bien la práctica
de la escritura como tal (skill-using) para aprender a organizar el mensaje, saber cómo
resumir, cómo contestar de una determinada manera, etc. En el fondo, ambos fines se
superponen ya que es difícil concebir cómo pueden prescindir del uso de la lengua
actividades escritas cuyo objetivo es lograr una mayor precisión en el uso de la misma.
Es conveniente, por lo tanto, tener muy claro desde el principio la finalidad de esta
forma de comunicación, así como las razones o ventajas por las que se elige con
preferencia a la oral.
En relación con el fin que se persigue en la enseñanza de la expresión escrita, hay que
mencionar también la distinción que últimamente se viene haciendo entre dos modo a
contemplarla, es decir, como producto que se ajusta a unos patrones determinados
(normas gramaticales, de estilo, etc.) o como proceso que, sin descuidar lo anterior,
permite la creatividad por parte del alumno. Entendida así, lo que se le enseña al
alumno son estrategias que le ayuden a conseguir un producto satisfactorio, pero
animándole a que experimente con ideas nuevas y que comparta sus opiniones con sus
compañeros a fin de obtener el mejor resultado. En este sentido, cabe preguntarse
hasta qué punto son auténticas las actividades de expresión escrita que tienen lugar en
el aula, partiendo de la base de que, en opinión de algunos, la escritura es auténtica
cuando el lector no conoce la respuesta y está seriamente interesado en obtener
información. La mayor parte de los ejercicios escritos en clase no serían entonces
“reales”, sino que sirven para demostrar que se poseen unos conocimientos
determinados (display writing), lo cual no significa que deba descartarse esta forma de
trabajo. Claro que también se pueden diseñar actividades escritas con un fin
comunicativo y, por lo tanto reales.